El pollo asado perfecto

Muchas veces las cosas que más simples parecen no lo son. Uno puede pensar que hacer un pollo asado es tan fácil cómo comprar el ave, meterlo al horno y ya. Pero todo tiene su misterio en esta vida.

Que la piel quede crujiente y el pollo jugoso no es tan fácil. Que se hagan todas las partes del pollo como deben sin pasar o dejar cruda alguna tiene su ciencia.

Unos consejos para acercarnos al pollo diez son:

  • Salpimentarlo correctamente. Otro consejo muy extendido es también frotar la pieza con agua y/o con aceite de oliva antes de pasar al horno, para que tenga algo de humedad y no se seque en exceso.
  • No utilices bridas. Las bridas hacen que el pollo quede con una forma muy estética, pero no permiten una correcta cocción.

 

  • La pelea de cualquier cocinero casero, que la piel del pollo, el pavo o cualquier otro ave cruja al morderla es un reto mayúsculo. Hay que tener mucho control del horno para lograrlo, pero ahí van un par de buenos consejos. Martín Berasategui, el cocinero español con más estrellas, recomienda no salar el pollo por fuera (sí por dentro) hasta que hemos conseguido que esté crujiente, porque la sal atrae la humedad y hará que la piel se cueza, no se ase. Otro truco es dar un toque final de horno a alta temperatura para conseguir color y textura crujiente en la piel.

 

  • La temperatura y el tiempo Lo habitual es precalentar el horno a 180-200 grados y mantener esa temperatura durante el tiempo adecuado al tamaño del bicho. Puede ser una hora o quizá algo más Hasta dos horas, si tiene buen peso.
  • Y trincharlo Muy sencillo, en seis piezas. Primero, los dos cuartos traseros (muslo y contramuslo) hasta llegar a la unión de esta pieza con la carcasa. Después, las dos alas. Y, finalmente, las pechugas.

 

Y a disfrutar de un buen pollo rico, sano y jugoso.